El peronismo le puso velocidad a los comicios. No mira el velocímetro electoral; arrancó con quinta a fondo y dispuso que el 14 de mayo de 2023, el electorado tucumano irá a las urnas. Sin embargo, no se come las curvas. Todo está debidamente calculado. Hasta los riesgos que puede correr con una gestión nacional que sigue a los tumbos y sin rumbo. Que la oposición diga que Juan Manzur y Osvaldo Jaldo no quieren quedar atrapados por la telaraña que han tejido Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner a nivel nacional no es novedad. La fórmula gobernante local ha visto que el efecto arrastre de una gestión que está terminando con más penas que gloria puede ser gravitante en la medida que se prolonguen las elecciones en el tiempo. Por eso, y por decreto, el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo ha dispuesto el adelantamiento de los comicios del 11 de junio al 14 de mayo. Sí, quedan tan sólo 208 días o siete meses.
El Frente de Todos va contra todos. Manzur vino este fin de semana a Tucumán en medio de especulaciones acerca de su regreso permanente al cargo para el que fue elegido en 2015 y que renovó en 2022. En Buenos Aires sigue señalándose que el jefe de Gabinete de la Nación tiene los días contados y que, más temprano que tarde, deberá desocupar el despacho que hoy tiene justo al lado del Presidente. Para él no es nada nuevo. Se ríe cuando alguien se atreve a consultarle acerca de esa situación. Incluso, este mismo fin de semana en los celulares de los manzuristas circuló una “estampita” en la que se observa la imagen del gobernador en uso de licencia montada con otra de una persona con vestimenta papal y con la leyenda “Manzur 2023”. El tucumano, en ese sentido, no pierde las esperanzas de continuar batallando en el frente nacional, aferrado al apoyo que gobernadores, intendentes y parlamentarios del interior del país le han brindado a lo largo de los últimos meses. Incluso la CGT, hoy sumida en una interna fratricida, le brinda su respaldo. Para Manzur será difícil sostenerse en el cargo nacional más allá de enero si se quiere convertir en el jefe de campaña del Frente de Todos tucumano. . “Desde el primer día sabíamos que volvería a hacer campaña en Tucumán. Esto es mayo del año que viene. Ni Manzur está pensando en irse ni el Presidente en reemplazarlo”, se esgrimió desde la Rosada como para aventar los rumores.
El jefe de Gabinete no resigna su protagonismo en todos los frentes. El lunes, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, terminó confirmando el anuncio que con posterioridad hizo el gobernador interino: adelantar las elecciones. Luego le cedió el lugar. Más tarde, en la sede del Partido Justicialista, levantó la mano al implícito candidato a la sucesión, pero en ningún momento ha dicho públicamente que Jaldo será el candidato a la gobernación. Es una estrategia que tiene su explicación lógica. Hacerlo implicaría una pérdida de poder territorial en un momento difícil. Jaldo lo sabe. Calla. Comprende la actitud de su compañero de ruta. Y no deja de sonreír por la carrera que ya arrancó camino a mayo de 2023. Los militantes que asistieron al acto por el Día de la Lealtad esperaban que el broche de oro de ese encuentro sea el tradicional levantamiento de mano al candidato natural del PJ. No sucedió. La dirigencia de primera línea quedó descolocada. Jaldo no. Ya había hablado con Manzur. Ese gesto quedará para más adelante, porque ambos necesitan imperiosamente renovar su poder en el territorio.
Al tranqueño se lo ve diferente desde el jueves pasado, cuando regresó de Buenos Aires tras una incursión por distintos despachos oficiales. Aseguró varios certificados de obras y también de redeterminaciones de precios que estaban frenando algunos trabajos públicos, producto de la inflación. El corte de cintas estaba asegurado. También hubo un cruce de conversaciones con Manzur que lo han dejado más tranquilo que lo habitual a un hombre demasiado obsesivo en la interpretación de gestos. Cuentan que el mismo jueves ha levantado las copas en un encuentro muy reservado para brindar por su candidatura cada vez más sólida. Él lo niega, pero hubo, incluso, cumbres con algunos referentes de la oposición con los que intercambió impresiones antes de tomar la decisión de adelantar las elecciones. Sin embargo, no dejó de lado su impronta de lanzar dardos contra sus potenciales oponentes electorales. “Los partidos de la oposición tendrían que dejar de pelearse por los cargos y comenzar a mirar más los problemas de la gente. Uno de los que están en esa tesitura es un diputado nacional del centenario partido que no trajo nada a Tucumán; el otro es el intendente de la Capital que, hasta ahora, no ha mostrado nada”, afirmó el vice con ascendencia ejecutiva.
Los blancos de sus críticas no son más que el presidente de la UCR, Roberto Sánchez, y el titular del Partido de la Justicia Social, Germán Alfaro. Los “saca a bailar” antes de tiempo como una manera de ocupar el centro de la escena y arrancar la puja por la sucesión. Sin embargo, para los micrófonos, el tranqueño sostiene que lo único que le importa es la gestión y dar respuestas a la sociedad. Sánchez empapeló las pizarras de cartelería del centro tucumano con un afiche en el que es acompañado de la ex senadora Silvia Elías de Pérez. Esta dupla ha causado un sinfín de especulaciones. Algunos señalan que se trata de un globo de ensayo que el radicalismo lanza con vistas a las elecciones. Las fórmulas combinadas suman, dicen algunos de los referentes del centenario partido. En la Casa de Gobierno responden que esa posibilidad también está dada en el oficialismo, en caso de que Manzur no se postule para la vicegobernación. Otros “correligionarios” indican que Elías de Pérez puede ser una buena referencia para la Capital. Pero lo que más irritó a la dirigencia, que lee hasta las letras chicas, es la leyenda “somos mejores”. La pregunta que subyace de este eslogan fue: ¿mejores que quiénes? ¿Que el oficialismo o que sus pares de la coalición? En la oposición también hay suspicacias y susceptibilidades.
Juntos por el Cambio se quedó, hasta el momento, sin la cumbre que supieron vislumbrar varios de sus referentes un día de octubre en Pilar. Pese a que hubo intentos en ese sentido, todo indica que el encuentro plurisectorial interno no está en agenda. Sólo algunos encuentros de ocasión para mantener la paz interna o para no ampliar la brecha existente entre las aspiraciones de unos y las pretensiones de otros. Roberto Sánchez se puso hace tiempo el casco para correr esta carrera electoral. Junto con el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, han decidido recorrer la pista desde el inicio de 2021 y que derivó en la elección de medio turno en el que prácticamente se pusieron a tiro del empate y hasta de una victoria contra el Frente de Todos. “No fueron ni serán testimoniales”, dicen los allegados a los radicales, que reconocen que las luchas internas por la candidatura a gobernación serán frontales y directas. El ex jefe municipal de Concepción no se bajó del auto y le seguirá disputando la postulación a Alfaro. Ambos tuvieron una reunión en Buenos Aires que, en principio, había sido acordada como secreta, pero que trascendió y puso de mal humor al radical. En su entorno aclaran que fue el intendente capitalino que esbozó la idea de internas en la coalición, pero que Sánchez no respondió a tal posibilidad. Aún cree que el acompañamiento de la sociedad y los resultados de las encuestas favorecen su candidatura. Germán Alfaro, en tanto, ha dicho que el mes entrante lanzará su postulación, considera que él está preparado para gobernar la provincia y agrega que el Gobierno provincial tiene miedo, por eso adelanta los comicios. “La oposición tendrá que acomodarse y hacer el trabajo que corresponde internamente, pero también la oposición no está a la altura de la circunstancias; tenemos diferencias que se hacen públicas cuando los trapitos se lavan dentro de casa”, dice en tono de autocrítica.
El oficialismo intenta cerrar algunas grietas internas que siguen abiertas. Ese ha sido el compromiso de fondo que firmó la dupla Manzur-Jaldo. En la oposición, en tanto, se siguen midiendo para saber quién sacará más ventaja de una interna que puede darse si las partes no lograr consensuar, al menos, una cumbre entre todos sus referentes.